8 de septiembre de 2009


Y más Prerrománico.

Celebrar la Eucaristía en una joya como la Iglesia de San Julián y Santa Basilisa (pobre santa, casi nadie se acuerda de ella; el párroco sí se acordó hoy) tiene el peligro de quedarse colgado de los maravilosos frescos.

Pero por suerte la homilía consiguió mantener la atención, durante los pocos minutos que duró.

Por cierto, curiosa la leyenda de este matrimonio de santos.

2 comentarios:

  1. ¡Bonito ejemplo de prosa que propones! Hacía tiempo que no leía hagiografías altisonantes y tremebundas y me he reído muchísimo.

    Me han gustado en especial los didácticos paréntesis intercalados en la «realista» respuesta de Celso a su padre y esta frase:

    «El Señor dispuso, para mayor gloria suya, quedasen ciegos los verdugos y secos sus brazos».

    Da miedo imaginar que quienes escribían estas cosas tenían poder sobre otros.

    Por lo demás, a disfrutar de San Julián y Santa Basilisa (quiero decir la iglesia).

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  2. Vamos a a disfrutarla todo lo que podamos.

    Gracias, Salix.

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