7 de septiembre de 2009


Revisitando Santa María del Naranco, uno se asombra de que aquellos rudos cristianos del siglo octavo fuesen capaces de hacer edificios tan bellos, o al menos tan coquetos.

Aunque desde que visité Córdoba siempre me acuerdo de Medina Azahara y sus refinamientos, coetáneos de nuestro Prerrománico.

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