5 de marzo de 2010

En estas fechas de Cuaresma suelen circular algunos archivos de presentaciones con motivos religiosos, o pseudorreligiosos. Concretamente una buena amiga me ha reenviado una muy truculenta sobre la muerte de Jesús, que después de hacer una detallada descripción del sufrimiento al que fue sometido termina diciendo que si no reenvías la presentación es porque te avergüenzas de Jesús y de ser creyente.

Me ha provocado sentimientos parecidos a lo que he leído (aseguro no haberla visto) la famosa película de Mel Gibson "La Pasión de Cristo": la muerte de Jesús, siendo horrorosa, no es salvadora por serlo.

Ha habido miles de muertes de inocentes tan horrorosas como la de Jesús o más en la historia el mundo, y no por ello nos han salvado, y sí proclamamos los creyentes que la de Jesús nos salva, pero no por su atrocidad, sino precisamente por lo que no es su pasión y muerte, es decir, Jesús nos salva por su vida (sus enseñanzas) y su resurrección, en la que creemos.

Los primeros discípulos ya se dieron cuenta de que si Jesús no hubiese resucitado los cristianos seríamos "los más desdichados de los hombres", los más pringados, diríamos hoy.

El testimonio de mi cristianismo lo haré desde mi pobre y pecadora vida, pero desde la alegría y esperanza de haber sido salvado por la muerte y resurrección de Jesús.

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