Quedar cuarto después de salir undécimo con la patata de Renault que lleva es como para aplaudir con las orejas. Hay que agradecérselo a la poca fiabilidad de la mecánica Ferrari y a la cantidad de accidentes.
Él mismo se reía de la pequeña revancha que ha sido adelantar al McLaren de Kovalainen cuando pulsó por error el limitador de velocidad en plena recta de meta.
Enhorabuena, Fernando.
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