22 de enero de 2008

Según el último barómetro del CIS (noviembre de 2007) más del 75% de los españoles piensan que la situación política de España está entre regular y muy mala, y tan sólo un 17% piensa que es buena o muy buena.

Está claro que no estamos solos al pensar que hay que cambiar radicalmente la vida política española. Y cuando digo radicalmente no me refiero a revoluciones ni cambios drásticos, sino a cambios profundos en la vida democrática, de los partidos y de la comunicación entre la sociedad y los políticos.

Una frase que ha calado hondo en la clase política española es la que Alfonso Guerra acuñó cuando era Secretario de Organización del PSOE: "El que se mueve no sale en la foto". Así es, los partidos políticos han establecido sus jerarquías aplicando estrictamente esta norma, como si esa fuera la clave del éxito electoral, y por tanto político: el bloque monolítico donde la discrepancia no tiene otra salida que la expulsión, la dimisión o la escisión.

Me gustaría que las nuevas tecnologías aplicadas a las organizaciones humanas: económicas, financieras, educativas, sociales, también se aplicasen en las políticas y permitan transformar esa situación de adoctrinamiento jerárquico en una democracia participativa, de ciudadanos libres y críticos, capaces de unirse en los aspectos fundamentales y de discrepar en los accidentales y no sean por eso defenestrados de las organizaciones políticas a los que hayan querido sumar sus fuerzas.

De este modo el viejo aforismo puede ser reinterpretado con algo así como: "El que se mueva también sale en el vídeo".

Esto es lo que intenta UPyD, con el permiso del electorado, de los bancos y de los medios de comunicación, pero con la firme voluntad de presentarse como alternativa válida y un nuevo modelo de organización, forzado sin duda por las circunstancias apremiantes de presentarse a unas elecciones apenas 6 meses después de ser fundado, pero con la ilusión de un joven que cree en los ideales que motivaron su nacimiento: Buscar lo que nos une más que lo que nos separa, regenerar la vida democrática española, vertebrar España y definir el modelo territorial de una vez para muchos años, y sobre todo defender la igualdad de los españoles, de todos los españoles, estén donde estén, para que puedan disfrutar de los mismos derechos y cumplan los mismos deberes.

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